martes, 25 de enero de 2011

Verdades y un Perdón

Penurias, lesiones mi cuerpo ha de mostrar.
Carne viva y un corazón en trizas que no saben cicatrizar.
Mis miembros abandonados,
al sufrimiento destinados.
Pues yo, que debo cuidarlos, me he negado a olvidar.

Sin piedad he caminado.
Tantas veces mis pies he quemado.
Insistente las cenizas siempre volví a atravesar.
Empecinada, sigo avanzando
y no oigo a mis pies gritando.
Suplican a más no poder que pronto los deje descansar.

Mi piel también ardiente.
¡Maldito dolor ferviente!
Gracias a mi negligencia  mis heridas he infectado.
El Dolor se fortalece
y una pena en mi crece.
¡Si pudiera desligar mi cuerpo de los pesares que me he ocasionado!

(…)

Me he guiado, es mi decisión.
Asumo ésta responsabilidad como una misión.
Quisiera desprenderme de mi cuerpo
para no condenarlo a sufrir.
Si mi mente ya he adiestrado,
Que pueda él sobrevivir.

No me arrepiento de a quien he formado.
Reconozco este sendero, es de los más intrincados.
Más si muchos años han de pasar, 
hasta que las torturas puedan acabar
Querido amigo, los tendremos que enfrentar, 
pues (de terca que soy) quieta no me he de quedar.


Bianca Sancio

1 comentario:

  1. Igual vas a ver que con el tiempo las fuerzas flaquean... vos recién empezás a construir el sendero que atraviese la selva :P, lo importante es que cuando tus fuerzas flaqueen (como admito me está ocurriendo a mí ahora) te descargues de alguna forma, robes energía de algún otro lado, pero no abandones el sendero.

    ResponderEliminar