martes, 26 de abril de 2011

Presta oídos al guerrero


Dejaré en el campo de batalla esta armadura que por suficientes años me valió el título de invencible. No es ése el mérito que quiero, ni jamás lo quise. No actúo con imprudencia al exponer mi carne. Son mi cuerpo y mente quienes reclamarán sus puestos como sus protectores.
Avanzaré sin ocultar mi semblante y me enfrentaré al desafío de aceptar el verdadero dolor. No correré hacia mi muerte, pero no escaparé al enemigo y blandiré mi espada sin temer daño alguno. Pues si en mí hay valor, no se perderá como lo hará la armadura. Si he de demostrar coraje, no será detrás de un escondite.
La simple cáscara metálica se olvidará, aunque pudiera resistir al óxido. Y ¿quién recordará a un guerrero si lo que perdura es una imagen sin nombre ni rostro?
He aquí que me despojo de toda ayuda y expongo piel y sangre para el combate. No habrá mejor defensa que la que pueda proporcionarme a mí mismo. No habrá filo al que huya ni sombra que me atemorice.
Mayores son las fuerzas de mi cuerpo reunido y, créeme, que no aceptarán rendición. Temblarán y aprenderán los testigos al ver a un hombre luchar con el corazón.
 
 
Bianca Sancio

No hay comentarios:

Publicar un comentario